Si errar fuera una materia

0
El proceso en Dios

En el día hay tantas cosas que nos prometemos hacer o cambiar, sea un objetivo personal o en mi caso también en pareja. Como, por ejemplo: estar presentable en casa, culminar mis proyectos, y en pareja, respetarse frente a otros, hacer los quehaceres juntos, etc.

Y entre todas esas cosas que nos prometemos hay días en los que fallamos y decimos ¿Otra vez? ¡Hasta cuándo! Pues nos cansamos de cometer los mismos errores o simplemente fracasar en nosotros mismos y decimos ¿ya no voy a cambiar?.

Personalmente en mis objetivos he fallado innumerables veces, en las que, mi esposo ha visto mis decepciones, luchas, caídas y levantadas conmigo misma. Pero yo también he visto en medio de mis debilidades a mi esposo apoyarme innumerables veces más, él no me ve rendida, aunque me sienta como tal, él me da ánimo y aunque si me hace ver en lo que fallé me alienta a continuar cumpliendo mis promesas.

Lo mismo ha sido en pareja, hay muchos pactos, acuerdos unificados en los que mi falta de precaución y emociones me llevan a cometer errores e incumplir temas conversados con anterioridad. Y así mismo siento que he fallado en un área muy importante de mi vida.

Y aun así, tengo a mi esposo a mi lado ayudándome a reponerme y dándome la mano para continuar juntos, él entiende que, aunque su malestar por la “x” situación es grande, entiende también como soy y así es como aprendí a conocerlo, y él también a mí. Y aunque yo no me de cuenta que hice algo mal, sé que lo mejor es detenerme y pedir disculpas, si él me enseña, es comprender que, aunque falle nuevamente, no podemos caminar solos.

Yo sé que debo pedir perdón y perdonarme por mis errores repetitivos o nuevos, sean estos, tanto en lo personal como cuando son de pareja.

¿Por qué debo pedirme perdón?

Esto ya es muy personal, algo tuyo. Pero yo me pido perdón por que yo misma me he fallado en mis propios objetivos y cada uno de ellos son anhelos de cambios permanentes en mí, como en lo emocional, sentimental, carácter, físico, y mucho más.

Y sé que, al perdonarme, Dios también me perdona aquellas promesas que no he cumplido hacia Él, por que así dice:

...ser tardo para la ira y rápido para perdonar... - Salmos 103:8-9

Y eso también es con uno mismo, fallarnos, tropezarnos, ¡pero jamás pensemos que errar es una materia que se debe aprobar, es más eso no existe!

Es muy fácil enojarse con uno mismo y tirar la toalla, pero Dios siempre está animándonos, levantándonos y aunque nos corrige, al mismo tiempo cree en nosotros.

La próxima vez que prometas hacer cambios en ti, por Él, recuerda que hay veces que vas a fallar, entonces en ese momento deja a un lado la ira y perdónate y mira a Dios en ti diciéndote: “de este desafío saldremos juntos, aún falta mucho por aprender.”

Y es que el errar es aprendizaje y es una materia que nos llevará a vivir procesos en nosotros mismos por el simple hecho que aceptamos el desafío de cambiar.

Deja una respuesta

Otras publicaciones...